Navidad de los cristianos perseguidos, el grito de dolor de Oriente Medio al Sahel
Valerio Palombaro - Ciudad del Vaticano
Más de 300 millones de cristianos viven en Estados donde se sufre algún tipo de persecución, una cifra que aumenta especialmente en África y el Sahel. Haciendo balance de las condiciones de vida de los cristianos -con la Navidad a la vuelta de la esquina y, en demasiados casos, contextos marcados por la violencia, la guerra y la pobreza- está Marta Petrosillo, que para la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AEC) dirige la redacción del informe bienal sobre la libertad religiosa en el mundo. «Ya estamos trabajando en el nuevo informe, que se publicará en octubre de 2025», afirma Petrosillo en una entrevista con medios vaticanos, recordando la cifra de la última edición que identifica 28 países “perseguidos” en los que viven 307 millones de cristianos.
«Obviamente es imposible estimar con precisión cuántos de ellos sufren persecución, pero tenemos un escenario mundial que desgraciadamente para nuestros hermanos y hermanas en la fe es motivo de preocupación». Las zonas de crisis para los cristianos en el mundo se extienden por todos los continentes. «África es la que ha sufrido un empeoramiento más grave en los últimos años», subraya el director del informe sobre libertad religiosa de la Acs. «De hecho, es aquí donde se ha desplazado el epicentro de los grupos extremistas islámicos, que hasta hace una década estaban más concentrados en Oriente Medio. En los últimos años hemos asistido a una proliferación de estos grupos yihadistas con especial acción en la región del lago Chad y en el Sahel».
Nigeria y Burkina Faso
En esta región, la crisis de Burkina Faso es emblemática.«Basta pensar que hace diez años, en el Índice Global del Terrorismo, Burkina Faso ni siquiera entraba entre los 100 últimos puestos, mientras que en 2024 está a la cabeza de esta clasificación y el año pasado el 67% de las víctimas de atentados terroristas fueron de Burkina Faso».Aquí los cristianos sufren porque son una minoría, menos del 25% de la población, pero especialmente blanco de atentados.«Otro país crítico es sin duda Nigeria: desde hace unos 15 años hay una acción cada vez más atroz por parte de Boko Haram en el norte del país, de mayoría islámica, pero en los últimos 6-7 años se ha agudizado también el fenómeno de los ataques de los pastores fulani, que actúan sobre todo en los estados centrales y se extienden también al sur».Petrosillo menciona a continuación la violencia en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, y las desastrosas consecuencias del conflicto en Sudán.«La porosidad de las fronteras entre un país y otro está provocando una ampliación del radio de acción de los movimientos yihadistas», afirma el representante de la AEC, mencionando las difíciles situaciones de Níger, Malí y la República Democrática del Congo.
La situación en Siria
A continuación, Petrosillo analiza el sufrimiento de los cristianos en Oriente Próximo. Empezando por Siria, tras la desaparición de la era Assad. En algunos casos hay un cauto optimismo, ha habido reuniones entre los nuevos dirigentes y los obispos locales», explica, »pero está claro que se teme que la inestabilidad pueda llevar a una limitación de la libertad de los cristianos. Estos temores están relacionados con las experiencias del pasado reciente. «Siria es un país que ha atravesado muchos años de guerra y que ha visto diezmada su población cristiana: si en 2012 había un millón y medio de cristianos, hoy apenas hay 250.000; en Alepo, antaño bastión del cristianismo, de 200-250.000 cristianos, la comunidad se ha reducido a apenas 30.000».
Los cristianos de Gaza
Acs está al lado de los cristianos de todo Oriente Próximo: desde los que han regresado a la Llanura de Nínive tras el oscuro periodo de ocupación del autodenominado Estado Islámico (EI), hasta las atormentadas comunidades de Palestina y Líbano. «Para Palestina, la mayor parte de los fondos de los últimos meses se han destinado a la Franja de Gaza, donde viven unos mil cristianos, muchos de ellos refugiados en la parroquia católica de la Sagrada Familia y en la Iglesia Ortodoxa Griega», explica Petrosillo. En Jerusalén Este y Palestina, además, se siente especialmente la crisis económica «agravada por la guerra y la disminución de los ingresos procedentes del turismo». Por lo que respecta al Líbano, «que junto con Jordania era uno de los dos puntos fijos de la región y un importante centro de prestación de ayuda a países en dificultades como Siria e Irak», Petrosillo señala que la escalada del conflicto «ha transformado la grave crisis política y económica en una verdadera emergencia».
Pakistán, la ley contra la blasfemia
Ampliando su mirada al resto del mundo, el director del informe sobre libertad religiosa de la Acs no deja de hacer hincapié en los problemas críticos a los que se enfrentan los cristianos en Pakistán. «La ley de blasfemia sigue siendo un problema y todavía hay condenas a muerte», nos dice Petrosillo, citando el caso de la condena a muerte de Shagufta Kiran, una mujer cristiana paquistaní de 40 años. «Pero una de las implicaciones más llamativas son los incidentes que siguen a las acusaciones de blasfemia, cuando los presuntos autores son linchados y barrios enteros destruidos, como en el caso de Sargodha el pasado mes de mayo». «Otro problema que azota a la comunidad cristiana son los secuestros, conversiones y matrimonios forzados de mujeres, en muchos casos adolescentes. Se trata, por desgracia, de una lacra, un fenómeno que no cesa y que ve cómo las familias de las víctimas se quedan a menudo solas e impotentes ante un sistema judicial que no garantiza la justicia». Incluso en India -añade- se producen numerosos ataques contra cristianos por parte de extremistas hindúes, mientras que en Asia preocupa la represión de la libertad religiosa de las comunidades cristianas en regímenes autoritarios como Corea del Norte».
América Latina
Por último, América Latina, marcada por la violencia contra los religiosos debido a la criminalidad generalizada en México; mientras que Nicaragua sigue siendo la principal zona de preocupación debido a «una escalada negativa» atestiguada por el cierre de numerosas ONG y entidades vinculadas a la Iglesia católica.
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